Bruce

Hoy he soñado que mi gato se había convertido en un tigre de repente. Me lo llevaba a comer a casa de mi padre y él se metía debajo de la mesa. Yo ponía su cacharro, con los 70 gramos de pienso para gatitos de 1 a 12 meses, y nos quedábamos pensando si sería poco para él. Mi hermano llegaba y se reía, diciendo que igual había que darle un hueso de los que le da a Bob, su perro. Los gatos no comen huesos, contestaba mi madre muy seria, que también pasaba por allí.

Y Bruce, con sus 2 metros y medio de cuerpo naranja a rayas negras, nos miraba tranquilo con sus ojos verdes almendrados, raros en su cara de tigre, sin entender que nadie se acercara a molestarlo. Cómo son los sueños. Mi máxima preocupación era si cabría en la cesta en la que duerme, si podría tumbarse en el sofá y si aún le gustaría jugar con mis gomas de pelo (o preferiría comerse a algún vecino).

Entre pensamiento y pensamiento, he notado una pata blandita que me daba golpecitos en la mano. Al encender la luz, me he encontrado con su cuerpo pequeño y blanco a manchas y he respirado aliviada. Aunque un gato que se convierte en tigre no es lo más surrealista que he visto últimamente.

Anuncio publicitario

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s