Ausencias

Ausencias. De tantos tamaños, formas y colores… Poco importa el modelo cuando uno se mira el agujero en el estómago. Un disparo, sólo una fracción de segundo, y todo se funde a negro. Ese hueco que deja el no estar más de tu amigo (que no lo era), de tu amante (que no te amaba), se convierte en un espacio para personas que no huyen.

La ausencia de valentía para ser feliz, para querer, para avanzar. La ausencia no explicada con la que no consigues reconciliarte hasta que el ausente reaparece y te permite, generosamente desde su punto de vista, cerrar un círculo que ya estaba más que cerrado.

Ausencias. Las inexplicables, las inesperadas, las reversibles, las que nos salvan… Todas duelen al principio. Si no duelen, no son ausencias. Aunque luego descubramos que, en realidad, las elegidas, las que no tienen entierro, resultan ser un golpe de suerte que la vida nos regala.

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