Siempre faltas. A cada instante. Más en lo bueno que en lo malo por ser luz y alegría. Incluso en tu peor día. Hoy con tus amigas, arropada como la eterna hermana pequeña, estás merodeando. Todas lo pensamos, ninguna lo decimos.
Y te vas materializando a base de canciones y limoncello en un restaurante perdido de madera y piedra. Los diques se rompen y respiramos aliviadas por poder llorarte. Me parece escuchar tu risa, tan contagiosa. Te hacemos sitio en la mesa, compartes chimenea en la casa rural.
Reímos con anécdotas, lloramos otra vez. Suena Tina Turner, debes de estar bailando. Extraño y precioso el momento de echarte tanto de menos acompañada.
Pero ya sacan la tarta, damos los regalos. La realidad se impone y cerramos compuertas. Al fin y al cabo, estamos en un cumpleaños.