Salgo de su casa con la sensación de haber estado dentro mucho tiempo. Parece que cada vez que llego es para quedarme, y no he pasado allí ni 24 horas. Es siempre lo mismo. Meses sin vernos. Aparece, aparezco. Se nos escapan los minutos a la velocidad de la luz. Me hace un hueco en su burbuja sabiendo que no tardaré en salir de ella. Cuenta con eso.
Afectos que van y vienen, se transforman. Se hacen casi invisibles y, de repente, resurgen como gigantes. Límites confusos, líneas discontinuas. Abandonar el reducto en el que te sientes a salvo. La certeza de tener que irse.
La diferencia es la serenidad de lo ya asumido. Todo está bien así. Es incluso bonito. Como un zafiro entre un montón de piedras. Momentos preciosos. Segundos únicos limpios de rutina o previsión.