Escapismo

Cuando entra en el avión se da cuenta de que la maleta es demasiado grande. O el pasillo demasiado estrecho. Malas caras de los pasajeros con los que va chocando a cada paso. Perdón, perdón, perdón. Nada más incómodo que llegar la última a un vuelo. Y además le toca ventanilla. La hostilidad va en aumento cuando obliga a salir a sus compañeros de fila para pasar.

Ufff. Va a ser un viaje muy largo. No se ha parado a pensar hasta ese momento. Empieza a recapitular.

Para su familia está cogiendo el AVE a Málaga. Reunión de trabajo. Vuelvo en dos días. Para su pareja está en Navacerrada por el cumpleaños de la madre de una de sus mejores amigas. Para sus amigos está en Santander visitando a su abuela. Pero donde realmente está es al borde del colapso. Y rumbo a Fuerteventura.

Como una autómata preparó el equipaje. Mientras, pensó para qué. Proceso invertido. No es me voy y entonces hago la maleta. Es hago la maleta y ya veré dónde voy. Sensación de libertad absoluta cuando en realidad todo son obligaciones.

Escapismo irresponsable. Inmadurez.

Egoísmo. No puede dejar de flagelarse pero no puede evitar irse.

Los motivos son lo de menos. La fecha de regreso también. Puede que 48 horas sean suficientes. Puede que nadie tenga que sufrir. Pueden ser muchas cosas.
Pero ahora solo está centrada en ordenar mentiras para construir una verdad.

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