Buscar las llaves de casa pensando en el estribillo de Pedro Navaja, la vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida. Mientras, recordar la primera reunión de antiguos alumnos del cole nueve años atrás. La pereza, luego la curiosidad.
Ponerle personalidad a gente a la que sólo, y en el mejor de los casos, ponías cara.
Anécdotas de profesores y adolescencia mezcladas con actualidad adulta.
Convencional en algunos casos, apasionante en otros y dura en muchos.
Estereotipos que van cayendo como hojas: chulo, pringado, empollón, dulce, tímido. Todos fuera. Confirmar que algunos ya apuntaban maneras, en lo bueno y en lo malo. Confirmar que te equivocas muy a menudo, en lo bueno y en lo malo.
Hoy vuelves de otra cena con ellos. Y al buscar las llaves de casa pensando en el estribillo de Pedro Navaja te das cuenta de que no recuerdas las etiquetas, que no se ha hablado de batallitas de recreo. Ya no son los del cole. Estás en el ahora. Mesas cada vez más pequeñas con los justos y necesarios. Valientes, positivos, divertidos y generosos. Amigos por selección natural. Un descubrimiento.
Como siempre, piensas que se ha hecho corto.
Como siempre, firme propósito de que la próxima sea un viernes.