Parece mentira que en medio de este caos aún haya tonterías que nos afecten. Es probable que sea porque, precisamente ahora, necesitamos que lo pequeño, lo intrascendente, lo cotidiano, lo que podemos manejar, salga bien. Cuando no ocurre, la tormenta interna es, a veces, desmedida.
Creo que se llama proyección.
Bienvenidas las personas que entienden que estamos en momento de empatizar, de entender que todos estamos vulnerables, que no estamos para decepciones. Bienvenida la sinceridad, el perdón, los abrazos mentales y la coherencia.
Esto pasará y volveremos a preocuparnos por lo normal, por el día a día. Entonces nos daremos cuenta de la suerte que tenemos de no haber dejado ir a quien no nos soltó la mano en la corriente.